sábado, 27 de septiembre de 2008

Veo weas

Ayer viernes salí y llegué a mi habitat hoy sábado a las 10 am. Linda muñeca - me habría dicho mi papá.
Venía en el taxi, subiendo por Pocuro, con un ojo a medio abrir, con aroma a copete trasnochado, luca en mi cartera, luca y media en el bolsillo para pagar el taxi y en la calle había mucha gente trotando, andando en bici, paseando perros. Me llamó la atención la cantidad de gente que se levanta temprano un día sábado a hacer vida deportiva. Me llamó la atención, porque hace demasiado tiempo, que no veía un sábado a esa hora de la mañana. Como venía ebria, este paisaje lleno de personajes, me pareció una especie de circo, lleno de movimientos, sonrisas, de colores y entonces me puse a contabilizar lo que vi en el camino: un par de chicas trotando, otro par de chicas haciendo unas elongaciones, había dos mujeres sentadas en un banco, tomando agua, vestidas con buzo, onda en un break, también vi un grupo, como de 7 personas trotando en masa, un macho recio trotando y con un perro boxer al lado que lo acompañaba en su maratón personal, una pareja de personas mayores, también ataviadas con buzo deportivo, paseando un perrito pequeño, un abuelito que caminaba solito y medio encorvado, con el diario debajo del brazo. Cuando me bajé del taxi, en mi edificio, iban saliendo mas personas vestidas de buzo, con cara de haber dormido 38 horas en el mejor de los sueños y yo recién llegando, con el maquillaje nocturno bien artistoide de la noche anterior, con una botella de coca light y el señor conserje me dice pucha le tocó trabajar hasta tardecito... saco de weas.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Mi 18 (a colores) en Valdivia.

Este 18 fue INCREIBLE. Léase con negrita, subrayado, destacado y con todo el enchulamiento posible.
Yo siempre le he dicho a las gentes, que las cosas llegan cuando realmente tienen que llegar, que todo tiene su momento, aunque en ese instante todo se vea negro, siempre hay que creer y tener la convicción, que detrás de esa negrura hay algo que es mil veces mas brillante que un arcoiris o que la misma flor de los siete colores.
Para no alargarme, el 18 este año se avistaba complicado, las lucas que tenían que pagarme en fecha equis, no llegaron en fecha equis, por lo tanto no había dinero para pasajes ni viaje a mi Valdivia. El lunes 15, estaba invitada al cumpleaños number one de la hija de una amiga, pero como ese día me enteré que no llegaba el dinero, me bajó la cruza de india con yegua que llevo dentro y me amurré y no fui a cumpleaños ni a ni una parte. Castigada en la cama. Fumándome hasta las uñas como señal de autoflagelo. Y sin ver ni una cagá de arcoiris ni nada de color que no fuera el negro.
Como el tema de los pagos, ya se veía venir oscuro, una amiga me había invitado a pasar el 18 con ella a Pirque, una ramada familiar. Así que el 18 lo ibamos a pasar allá hasta el 19. Pero en el fondo profundo de mí, yo deseaba el milagro de los pagos, poder comprar el pasaje de avión que tenía reservado en lan y que iba renovando cada tres horas y, poder pasar el 18 zapateando con mi hijo.
Prosigo, el lunes supe lo de las lucas, el martes ya asumida y con los planes listos para ir a Pirque y aun con ese dolorcito en un revoceco de mi ser, y como a las 6 ó 7 de la tarde, me llama mi amiga, a la que dejé plantada para el cumpleaños de la hija y me dice "Métete a tu cuenta de Lan, haz el check in, porque te vas el jueves en la mañana a pasar el 18 con tu hijo. En cuanto te lleguen las lucas me pagai. Adios". Dolor. Pero dolor de felicidad. ¿Por donde empezaba? Neura máxima, ansias, quería saltar, correr, bajar a contarle al conserje. Mi gata debe haber pensado que estaba en malas manos la pobre.
Llamé a mi otra amiga, con la que iba a ir a Pirque para contarle, igual estaba complicada, ella había comprado todos los víveres alcohólicos que ibamos a consumir. Ella con su dinero, porque en mis bolsillos había grillos. Lo bueno de tener ese tipo de amigas, que a uno la quieren, es que una alegría tan grande como la que yo sentía en ese momento pueda ser sentida y compartida y celebrada a la par. Ella sin importar lo que había gastado y, que en el fondo la dejé plantada, saltó de alegría y le contó a todo el mundo la noticia de mi viaje como si fuera ella la que viajaba. Llamé, esa misma noche a mi hijo para decirle que ibamos a pasar el 18 juntos, porque el día lunes le había dicho que lo mas probable era que no viajara, con lo que me gané un par de garabatos y un corte de teléfono. Volví a llamar a mi amiga de los pasajes para darle las gracias, por vigésima quinta vez.
Miércoles, cri cri cri. Yo con insomnio por el ansia de subirme a ese avión y llegar a mi casa de una buena vez.
Jueves 18. Dormí creo que 2 horas, me quedé dormida encima de la cama. El bolso listo milagrosamente listo con tiempo. Un amigo se ofreció para ir a dejarme al aeropuerto.
11:43. A punto de salir. Ya arriba del aeroplano, con lagrimitas en los ojos, faltaba una hora y media de vuelo para poder estar en mi casa, mi casita, respirar ese aroma que solamente tiene el patio de mi casa, mirar a la gata obesa arrancar del perro ladilla, mirar de reojo a mi hijito que cada día está mas grande, tantas cosas, tantos olores, tantos colores, sonidos que son exclusivamente de mi hogar.
El avión demoró re poco, a las 13:10 estaba llegando a Pichoy con un día despejado, exquisito, calorcito de primavera en Valdivia, con ese sol medio brillante, que entibia las sonrisas apenitas. Me subí al primer transfer que había afuera y me desesperé porque la mugre no salía nunca de ahí. Estaba a media hora de MI casa pero faltaba eso; faltaba llegar!
Juro y rejuro que cada vez que el transfer dobló en una calle a dejar a un "imbécil" me enfurecía. No es que yo sea peleadora, no no nooo pero esos "imbéciles y sus destinos previos al mio" me retarban a la llegada a mi casa. Sorry pero soy un ser humano. Y llegar a colgarme al cuello de mi hijo era lo único que yo veía. Como caballo de feria.
Por fin, yo sola en el transfer sin nadie cerca que implique un desvio. Me tocaba a mí. Por fin!!!
Y ahí doblando en la esquina de mi calle, se me apretó el tubo para respirar, los ojos me picaban, la boca se me secó y ya .. ya estaba afuera de mi casa. Mi mamá salió a abrirme la puerta.
Y ahí estaba todo eso de lo que soy parte, esos colores, los olores, las formas de mi casa, mi papá preparando el asado, mi mamá las ensaladas y las empanaditas, mi hermano que desde hace mucho que no nos veíamos con su novia y mi sobrinita inside (voy a ser tía en febrero) y conocí a mi sobrino nuevo, mi abuelo con sus 92 años sentado al sol al lado de la piscina, el patio lleno de flores.
Y mi cangrejito?? ............en la ducha a las 2 de la tarde!!!
Este 18 lo pasé 98% pegada a mi hijo, el 2% fue un día en la noche que salí a un cumpleaños de un amigo, pero me embriagué y no me acuerdo de nada, así que como dicen por ahí en facebook "si no me acuerdo no pasó".
Dormimos juntos todos los días, nos acostamos tarde todos los días conversando, lo abrazaba a cada rato y él, se dejaba querer. Y conste que tiene 14 años, la edad de la intocabilidad, pero como siempre le he dicho "ese cuerpo lo hice yo, por lo tanto me pertenece". Derecho de autor.
Este 18 fue tan, pero tan llenador, que no sentí esa amargura que siento cada vez que me separo de mi hijo. Esta vez disfruté a mi hijo al máximo. Compartimos mucho solitos. Nos dimos tiempo para los dos. Hicimos esas artimañas con complicidad que sólo los dos sabemos hacer para engañar el ojo vigilante de mi madre. Ja. Amar a un hijo, sobrepasa toda normalidad.
Me siento feliz y agradecida, incluso por los kilos que me traje adozados a la panza, pero me los comí y me los tomé con mi familia.
Y al final, si vi el arcoiris y lo vi con mi hijo.